Material de lectura sobre cómo mejorar la comunicación con el paciente
Encuentro con el proceso de envejecimiento
El envejecimiento es un proceso fisiológico, dinámico e irreversible, que se produce en el desarrollo individual de los organismos vivos a lo largo del tiempo [8]. Es un fenómeno universal en la vida del ser humano desde la concepción, y según la mayoría de biólogos el envejecimiento comienza a partir de la cuarta década de la vida y termina con la muerte, el fin de la vida biológica. El proceso de envejecimiento humano es complejo e individualizado, se produce en el ámbito biológico, psicológico y social [9]. El código genético es considerado el mecanismo etiológico-patológico básico del envejecimiento, además del importante papel atribuido a factores extracorpóreos, biológicos y psicosociales. Los agentes biológicos incluyen: inactividad física, nutrición inadecuada, carga psicomotora, condiciones médicas agudas y crónicas, y los psicosociales: cambios en el entorno, aislamiento, soledad y falta de preparación para la vejez. La vejez se define como la etapa final de el proceso de envejecimiento, que termina en la muerte. Es definida por biólogos y médicos como la etapa de la vida posterior a la edad de madurez, en la que se produce una reducción de las funciones corporales y diversos cambios en sistemas y órganos [10]. Con los límites impuestos, la edad de jubilación se asume por los siguientes :
calendario (cronológico, determinado por años de edad);
biológico (funcional, determinado en características individuales);
ley (límite legal de edad de jubilación);
economía (falta de actividad, reducción de ingresos);
social (relacionado con la pérdida de prestigio y roles sociales);
psicológico (determinado por el estudio de la función intelectual)
Tratado como un fenómeno secundario al envejecimiento biológico. Los cambios que se producen con la edad en el funcionamiento de los órganos individuales afectan el estado de ánimo, la actitud hacia el medio ambiente, la condición física y la actividad social, y designan el lugar de las personas mayores en la familia y la sociedad. Sin embargo, el envejecimiento psicosocial depende en gran medida de cómo se prepara una persona para la vejez y cómo se hace efectiva con el tiempo. Z. Szarota afirma que la clase de personas que nos convertimos en la vejez está determinada por la calidad de nuestra vida anterior. El envejecimiento mental se refiere a la conciencia humana y su adaptabilidad al proceso de envejecimiento [10]. La aceptación de la vejez contribuye al sentimiento de felicidad y satisfacción con la vida, cuya falta provoca sentimientos de soledad y sufrimiento físico. Con la edad aumentan las dificultades para adaptarse a nuevas situaciones, seguidas de cambios adversos en las esferas cognitiva e intelectual, se producen cambios en la evolución de los procesos de percepción, el procesamiento de las impresiones recibidas y los procesos de pensamiento.
Con la edad, la memoria se deteriora, especialmente la memoria a corto plazo, a la que ahora se puede añadir un nuevo tipo: la llamada memoria emocional-cardiaca. La depresión y la estupefacción, enfermedades cuyos síntomas básicos son trastornos de las funciones cognitivas, también son más frecuentes en la vejez. Aunque a las personas mayores se les atribuyen una serie de características negativas, esto no es la regla y no corresponde a toda la estructura de su personalidad. También hay cambios mentales positivos durante el envejecimiento del cuerpo humano. El pensamiento retrospectivo permite a las personas mayores recordar incluso los acontecimientos más lejanos y tener una gran experiencia práctica que pueden utilizar y compartir. Sin embargo, son cautelosos a la hora de tomar decisiones y pueden evitar muchos errores.
La vejez social, es decir, la limitación únicamente de ser viejo, está culturalmente condicionada y puede variar con el cambio de costumbres. Cada persona que vive en sociedad tiene roles definidos, algunos de los cuales desaparecen con la vejez, otros se modifican o continúan, mientras aparecen roles completamente nuevos. A veces se produce una inversión de roles, especialmente en el caso de que los hijos adultos necesiten ayuda. Se trata de un asunto de personas mayores en las que hay que reconciliarse con la pérdida o modificación de ciertos roles y buscar un nuevo rol; esto, en gran medida, depende del entorno en el que funcionan, así como del papel activo que desempeñan.
Con la pérdida de la salud, se reduce la satisfacción con la vida, disminuye el interés y aparece la sensación de soledad y peligro. La jubilación implica a menudo un gran cambio en el estilo de vida, una reducción de necesidades y contactos, junto con aislamiento y empobrecimiento. A pesar de todas las “pérdidas” de la vejez, este período puede utilizarse para proporcionar una vida creativa y útil.
Las personas mayores son portadoras de muchos valores familiares, religiosos y sociales, y la vejez es un período de “cosecha” de existencias anteriores. La vejez es un período de máxima acumulación de experiencias y oportunidades sociales. Las personas mayores tienen a su disposición mucho tiempo libre y, siempre que pueden, pueden realizarse y ayudar a los demás, asumir nuevos roles sociales y familiares y participar en las actividades de diversas organizaciones y asociaciones. En gran medida, esto depende del estilo anterior de funcionamiento diario, según el cual se cree que aquellos que eran activos en su juventud, durante su vejez también intentan vivir una vida activa, desarrollar sus intereses y pasatiempos, o tomar parte activa en su comunidad. asociaciones, grupos o fundaciones.
Se cree que una de las formas más importantes de envejecimiento activo, que conduce a un sentimiento de utilidad y prestigio, son los contactos con la familia, los parientes y los vecinos. Para las personas mayores, la familia es el entorno natural del que esperaban apoyo espiritual, físico o material.
El envejecimiento social se refiere a cómo una persona percibe el proceso de envejecimiento y cómo se relaciona con la sociedad en la que vive. Cada uno llega a la vejez con una visión individual de lo que significa, aunque este período de la vida está formado por muchos aspectos, por ejemplo, la observación atenta de las personas mayores, los estereotipos existentes sobre la vejez y sus propias expectativas derivadas de experiencias pasadas. La visión de la vejez creada por el hombre es una especie de guía según la cual se moldea el comportamiento ante el proceso de envejecimiento. Dependiendo de qué imagen de la vejez predomine, positiva o negativa, quienes envejecen desarrollan una dimensión real de su edad. La forma subjetiva de percibir el proceso de envejecimiento influye en el funcionamiento del envejecimiento, la actividad vital y todas las acciones y el contacto con otras personas. La sociedad moderna promueve la juventud, el progreso, el desarrollo, la eficiencia y la rentabilidad. Por lo tanto, a menudo resulta difícil para las personas mayores sentirse personalmente realizadas, activas y tener derecho a tomar iniciativas en materia de jubilación, lo que acelera el envejecimiento psicosocial, que se manifiesta en forma de depresión, apatía e indiferencia hacia el medio ambiente. Sin embargo, las sociedades altamente desarrolladas intentan crear la posibilidad de cumplir con su funcionamiento social, entendido como pertenecer a una red de relaciones sociales, brindar apoyo social, continuar con roles sociales y la realización de intereses, pasiones o aficiones [1].
El primer contacto con el fisioterapeuta y el equipo multidisciplinar comienza con la comunicación. Establecer una comunicación saludable, crear un entorno social seguro haciendo que la persona mayor sienta que no está sola, y las pequeñas tareas que se le asignan durante el proceso de tratamiento hacen que el individuo sea físicamente activo, lo integran a la vida social y reducen el aislamiento social.
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