Material de lectura sobre cómo mejorar la comunicación con el paciente

Reacción a la lesión

Es difícil predecir cuál será la reacción de un deportista ante una lesión. Depende de muchos factores: relacionados con la lesión en sí (su tipo y gravedad), la situación en la que se produjo la lesión (por ejemplo, lesión poco después de ganar la medalla de oro en el campeonato mundial o justo antes de los Juegos Olímpicos, al principio o al final). de la temporada, etc.), temperamento y personalidad del deportista (tendencia a la ansiedad, depresión y catastrofismo de la situación o actitud positiva y valoración de la lesión como un reto a superar), situación familiar y económica, presión interna (fuerte necesidad de competir y ganar) y presión externa (miedo a perder posición en el equipo, verse obligado a volver rápidamente al juego).

La reacción a una lesión es un proceso dinámico. Puede ir desde conmoción, incredulidad, negación, ira y desaprobación (“¿Por qué a mí?”, “¿Cómo pudo haber pasado esto?”), depresión y sentimiento de culpa (“Si tan solo me hubiera preparado mejor…”, ” Si no hubiera descuidado el calentamiento…”), culpando a otros (por un estadio mal preparado, equipamiento defectuoso, plan de entrenamiento demasiado pesado, atención insuficiente de un fisioterapeuta) generalmente hasta la aceptación. Por supuesto, este patrón no es permanente y cada deportista vive su lesión de forma diferente.

Dependiendo de la coexistencia de factores internos y externos, el trauma puede, en última instancia, percibirse sólo de forma negativa, puede ser una contribución a la reflexión y la búsqueda de aspectos positivos o puede subestimarse.

Las emociones negativas relacionadas con el trauma pueden manifestarse en la evaluación del trauma como:

– una desgracia y un sufrimiento innecesario,

– un enemigo y un obstáculo para lograr un objetivo,

– un obstáculo irreversible para alcanzar el éxito soñado,

– una causa de aislamiento y soledad,

– una fuente de ansiedad y mal humor,

– pérdida de motivación para actuar,

– fuentes de ira y celos hacia otros atletas que pueden entrenar y mejorar su rendimiento,

– una fuente de problemas familiares, incluidos los económicos,

– un signo de debilidad,

– una invitación a manipular el medio ambiente.

Entre las emociones positivas asociadas a la lesión, se pueden destacar las siguientes:

– reflexión y búsqueda de aspectos positivos (por ejemplo, más tiempo para pasar con la familia),

– revalorización de los planes y objetivos de vida (por ejemplo, encontrar un pasatiempo o actividades alternativos),

– desarrollar la motivación laboral,

– entrenar la humildad y la paciencia,

– fortalecer la resistencia mental,

– superar un desafío inesperado y fortalecer la confianza en uno mismo,

– mayor empatía por otros atletas que luchan contra lesiones.

La actitud de restar importancia se caracteriza por la percepción de una lesión como:

– un evento accidental que le sucederá a todos los atletas algún día,

– un acontecimiento normal en el deporte que pronto será olvidado,

– eventos que no son de gran importancia para la salud y la carrera deportiva,

– una excusa para descansar del deporte y la pereza despreocupada,

– excusas de todos los deberes.

Por supuesto, el mejor pronóstico es la cooperación con un deportista cuya actitud pueda describirse como optimista reflexiva. Una de las tareas del equipo terapéutico es ayudar al deportista a lograr esa actitud ante la lesión.

Maneras de lidiar con el estrés relacionado con las lesiones

Para reducir el estrés asociado con la lesión, es importante que el atleta comprenda su propia condición (la naturaleza y las consecuencias de la lesión, el propósito y el curso de la terapia), la acepte, recupere la sensación de control y tome responsabilidad por sus acciones. Parece crucial centrar la atención en las emociones positivas, que pueden lograrse utilizando los recursos internos del deportista (autoeficacia, locus de control interno, autoestima positiva, independencia, coherencia en la acción reforzada por técnicas de relajación, oración, meditación) o externos. recursos (apoyo del medio ambiente). El deportista debe cooperar activamente con el equipo terapéutico, comunicar sus preocupaciones (p. ej., preguntar sobre síntomas perturbadores), hablar sobre las dificultades y no dudar en pedir ayuda.

Las recomendaciones básicas para un deportista tras una lesión son:

– utilizar tratamiento farmacológico y realizar exámenes de seguimiento según lo prescrito por el médico,

– trabajar sistemáticamente con un fisioterapeuta,

– realizar los ejercicios recomendados entre citas con el fisioterapeuta,

– aplicar recomendaciones de modificación de la actividad física diaria, la dieta, el sueño y el descanso.

– cooperar con un psicólogo deportivo.

Factores que interfieren con la rehabilitación

El principal factor que interfiere en el proceso de rehabilitación y constituye el mayor obstáculo para su eficacia es el dolor. Por tanto, una de las tareas más importantes del personal médico es ayudar a aliviar el dolor.

Otras dificultades que interfieren con el curso de la rehabilitación se pueden dividir en:

Problemas emocionales

Ejemplos: emociones negativas, supresión emocional, depresión, problemas para dormir y, en casos extremos, pensamientos suicidas.

Apoyo que se puede brindar: presencia, mostrar interés y preocupación, hablar, escuchar, crear oportunidades para expresar inquietudes y liberar sentimientos negativos.

Consecuencias de la falta de apoyo: deterioro del bienestar y aumento de la tensión asociada a la supresión de las emociones

Problemas cognitivos

Ejemplos: comprensión distorsionada o incompleta de la naturaleza de la lesión, el propósito y el curso del tratamiento, conceptos erróneos sobre las consecuencias de la lesión, el tiempo necesario para la recuperación y la aptitud, conceptos erróneos sobre el pronóstico, implementación incorrecta de las recomendaciones del médico y fisioterapeuta.

Apoyo que se puede brindar: brindar información de manera clara y comprensible, brindar la oportunidad de hablar con alguien que haya tenido experiencias similares, tomar nota de cómo tomar los medicamentos cuando se programan citas y controles, instrucciones detalladas sobre cómo tomar hacer ejercicios (por ejemplo, hacer vídeos cortos con un teléfono móvil)

Consecuencias de la falta de apoyo: Ansiedad y actitud pesimista ante la terapia o menosprecio del problema, falta de motivación para participar activamente en el proceso de rehabilitación, falta de progreso en la rehabilitación, desánimo.

Problemas materiales

Ejemplos: problemas financieros relacionados con la falta de oportunidades de ingresos, falta de acceso a tratamiento especializado

Apoyo que se puede brindar: asistencia para obtener apoyo financiero, asistencia para obtener acceso a tratamiento especializado

Consecuencias de la falta de apoyo: falta de progreso de la terapia, pérdida permanente de salud y forma física, problemas emocionales y familiares.

Kinesiofobia y miedo a volver a lesionarse

Una reacción común ante una lesión es el miedo al movimiento y a volver a lesionarse. En la fase inicial tras la lesión, este miedo está justificado y es un factor protector. A medida que el atleta se recupera y vuelve a estar en forma, el miedo al movimiento debería disminuir. Sin embargo, sucede que a pesar del tratamiento eficaz y de la falta de contraindicaciones médicas para la actividad física, el miedo al movimiento y a volver a lesionarse sigue siendo alto. Esta situación es muy desfavorable y se considera un factor que aumenta el riesgo de volver a lesionarse. Incluso si, desde el punto de vista de la evaluación médica y de aptitud física, el atleta está listo para volver al deporte, pero todavía tiene miedo al movimiento, el regreso al deporte debe posponerse y el atleta debe recibir apoyo, por ejemplo, un Sesión con psicólogo deportivo.

Una de las herramientas más utilizadas para evaluar el miedo al movimiento es la Escala de Kinesiofobia de Tampa. Esta escala consta de 17 afirmaciones, ejemplos de las cuales son: “Tengo miedo de lastimarme si hago ejercicio”, “El dolor siempre significa que he dañado mi cuerpo”, “Nadie debería hacer ejercicio cuando tiene dolor”. Las afirmaciones se puntúan en una escala Likert de 1 a 4: 1 – totalmente en desacuerdo / 2 – en desacuerdo / 3 – de acuerdo / 4 – totalmente de acuerdo (las puntuaciones más altas indican una mayor gravedad de la kinesiofobia). El encuestado puede recibir de 17 a 68 puntos, y una puntuación de 37 o más indica kinesiofobia. El acceso gratuito a la calculadora de báscula electrónica en inglés se puede encontrar en: https://www.physiotutors.com/questionnaires/tampa-scale-kinesiophobia/ (acceso: 09/03/2023)

Disponible adicionalmente en el manual electrónico: Descripción de otras escalas y cuestionarios útiles en el proceso de toma de decisiones RTS.

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